Es época de balances. Es inevitable. Llega esta altura del año y siempre quiero sacar la foto de cómo lo estoy terminando.
En lo personal, creo que no hay mucho más que pedir. Trabajé sin parar, me dediqué fervorosamente a mi niño, administré mi hogar e invertí en seguir enriqueciendo la vida junto al Doc. Pude hacerlo, que no es poco, y doy gracias por ello.
Como profesional algunos de mis sombreros me quedaron mejor que otros. No son tiempos fáciles y todo cuesta mucho esfuerzo, pero puedo decir que hice todo lo que estuvo a mi alcance para sostener en buenas condiciones todo lo que depende de mí. Tampoco es poco, y también doy gracias.
Como mujer puedo decir que amé, reí, lloré, grité, pelée, elegí mis batallas, renuncié a otras… Todo lo que se supone que incluye este combo que es la vida. Ya lo dijo la gran Agatha: «Life is a battlefield, not a picnic«.
Hay algo que pude vivir permanentemente en la piel: el tiempo pasa. No como una cita berreta. Pasa, en serio. Cuando nació mi nene todos me decían «Disfrutalo, pasa rápido». De hecho ayer todavía alguien me lo dijo. ¡Y es cierto!
Lo más espectacular que presencié este año es la velocidad de la luz a la que se van transformando cada una de las moléculas de mi hijo para ser cada día uno diferente, mayor, mejor. Esa plena conciencia de que cada minuto que pasa no vuelve más es lo que me dio la pauta de cómo disfrutar mejor de mí, de mi hijo, de mi familia, de mi trabajo y de mi vida. De una forma indescriptible. Cuando todos lo decían, al principio parecía un re lugar común. Casi que el comentario me aburría. Pero ahora ya sé a qué se referían.
En muchos de mis roles tengo mucho por trabajar todavía, como todos nosotros: podría ser una mejor mamá, mejor esposa, mejor amiga, mejor hija, mejor hermana, mejor tía, mejor cuñada, mejor compañera. mejor emprendedora, mejor diseñadora, mejor empresaria, mejor economista, mejor jefa, mejor subordinada, mejor colega. Podría. Debería.
La buena noticia es que si Dios quiere los próximos 365 días los voy a poder dedicar a empeñarme en lograrlo.
Así, que sí: el tiempo pasa. Y está de mi lado.
Que tengamos todos un 2013 resplandeciente.
¿Qué opinás?