Apuntes de una rookie mom

Mamá de varones

Small talking

Pequeños fragmentos de small (?) talking femenino:

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– Hola, ¿cómo estás tanto tiempo?

– ¡Felicitaciones, qué lindo que estás embarazada otra vez! ¿Se vendrá la nena?

– No, no estoy embarazada.

– Ay, perdón, re parece que estuvieras embarazada.

– Zzzzzzzzzz


– Te presento a Pepita. Pepita, ella es Juanita.

– Hola, Juanita. Un gusto. ¿Cómo estás?

– Mi bebé tiene 11 meses y ya camina.

– Ahhhhhhhhhh


– ¿Cómo hacés con tus nenes, laburando todo el día fuera de casa y haciendo tantas actividades? Qué bueno que no te los tengas que fumar.


– Mi marido es un genio y me re ayuda.


(Based on a true story)

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Hoja de vida

recursos-humanos-en-la-empresaParece ser que la mater-paternidad profundiza nuestras habilidades profesionales. Honestamente no me cabían dudas. Toda epopeya que involucre lidiar con personas de nuestro interés nos enseña muchas cosas y resalta nuestras áreas de mejora y nuestras fortalezas. El punto es que parece que ahora quedó demostrado.

Una consultora en Chicago hizo una encuesta entre empleadores, comparando algunos temas relativos a mamás y papás trabajadores (acá el press release).

Algunos de los hallazgos no eran novedosos, lamentablemente. Es sabido que en proporción los varones tienden a ocupar puestos que requieren mayor seniority. Mucho camino hemos conquistado las mujeres profesionales, pero estamos lejos, a nivel mundial, de poder hablar de igualdad. Por supuesto que a los fines de la encuesta esto también se reflejó en los niveles de ingreso. Mucho hay dicho y escrito al respecto, así que no vale la pena profundizar acá, ya que no es el tema que me interesa analizar ahora.

Me interesa más ver temas relacionados con el equilibrio entre el trabajo y la vida personal. Quienes trabajamos todo el día, tengamos o no hijos, en general tenemos muy presente el papel que ocupa la profesión en nuestras vidas. Para bien y para mal. Pero con hijos el desafío es aun mayor, ya que nuestros pequeños nos imponen la necesidad de redoblar el esfuerzo para alcanzar un equilibrio justo para todos.

Acá la primera conclusión también es super obvia: son más las mamás que dejan trabajos o abandonan profesiones cuando nacen su hijos, que papás. Ya lo sabemos. Algunas posturas feministas discuten esto, pero no es mi intención. Es un dato duro: se supone que la mujer tiende más a maternar que el varón a paternar. Después en casa, puertas adentro, cada pareja sabrá cómo negocia los roles.

En mi opinión personal, esta tendencia generalizada es justamente la que «baja el precio» de la mujer profesional en el mercado laboral. Es muy difícil explicar, cuando se está en edad fértil, cuál es la postura individual frente a la profesión, por lo que a nivel macro esto afecta nuestra empleabilidad.

Lo que sí me resultó interesante y novedoso, es que entre los empleadores encuestados dos tercios creían que la mater-paternidad califica como experiencia relevante en un puesto de trabajo. Obviamente, mencionan la Paciencia como la principal habilidad diferencial, y enumeran una lista de otras habilidades extra:

– Multi-tasking

– Manejo del tiempo

– Resolución de conflictos

– Solución de problemas

– Mentoreo

– Presupuesto y finanzas

– Negociación

– Administración de proyectos

Algo que al principio me llamó la atención, pero después yendo a revisar mi CV me di cuenta que es cierto, es que menos del 10% de los CV suelen mencionar estas habilidades.

¡A replantear los CVs!

 

 

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Espejito, espejito

310px-Echo_and_NarcissusEl otro día en una conversación dije algo casualmente sin haberlo pensado demasiado. Mi generación de padres es una generación bisagra. Nuestros padres no negociaban con nosotros. Imponían lo que ellos creían que era mejor para nosotros. De forma más o menos autoritaria, la generación de nuestros padres no se esforzaba tanto en explicarnos el porqué de las decisiones que tomaban sobre nuestras vidas.

En cambio nosotros, al menos Marian y yo, estamos todo el tiempo negociando, explicando, convenciendo… Es un esfuerzo grande, que a veces hasta es desgastante, pero realmente creo que es lo mejor. Tengo mucha fe en el criterio que puedan desarrollar mis hijos.

Por supuesto que no siempre esto es en paz y armonía. De hecho desde que Alvarito tiene mayor autonomía e independencia, y con el carácter firme que tiene, la realidad es que hay días que la cosa se pone compleja.

Hay varios principios que tengo asumidos férreamente y no me corro de ellos por ningún motivo. Uno es éste que cuento: jamás impongo decisiones. Consensúo (o intento), pero nunca obligo a mis hijos a nada. Otro es (intentar) empatizar con ellos. Entender lo que sienten. Lo que les pasa. «Entiendo lo que te pasa, pero realmente es importante que…». «Comprendo que pueda no gustarte, pero deberías al menos probar…».

Somos seres humanos, desde ya. No estamos todo el día con el chip conectado. Se nos escapa. A veces sin darnos cuenta hacemos o decimos barbaridades. Pero me comprometo en esfuerzos gigantescos para que en lo posible me pase cada vez menos.

Hace un tiempo en un cumple de un amiguito Alvarito realmente quería algo que él estaba usando, y otro nene lo quería también. Hubo una escena compleja en la que mi nene realmente se puso inflexible y debo confesar que me sentí mal. Pero en el momento no es que me sentía mal por él. Debo reconocer que me afectaba la mirada del otro. Estábamos en una escena que no me gustaba por lo que mi hijo estaba haciendo, y no pude en el momento registrar lo que él necesitaba en ese momento. Me culpé mucho al respecto los días siguientes. Hice mucha introspección.

Estos días casualmente llegó a mí este post que me encantó. Habla sobre el daño que el narcisismo de los padres puede causar en sus hijos. Realmente recomiendo la lectura detenida porque, al menos a mí, me sirivió mucho para reflexionar sobre estas cosas. Se llama «The legacy of a narcissistic parent».

Muchas de las ideas fuerza que trabaja el post me marcaron. Una es esta de invisibilizar al niño por no registrar sus preferencias sino las propias. Cuántas veces queremos que se destaquen en deportes, que toquen instrumentos, que aprendan a contar precozmente, que escriban su nombre… Cuántas de nuestras inseguridades y complejos les pasamos a ellos para no hacernos cargo en nosotros mismos.

Cuántas de las veces en que los retamos en público es porque nos sentimos incómodos en la escena y no registramos lo que a ellos les pueda estar pasando.

Dice algo que me impresiona: el enojo se va. Siento que ya no voy a necesitar retar a mi niño. Porque el enojo es una reacción mía. Puedo pensar en qué señal me está queriendo enviar en ese momento con ese recurso en particular del que echó mano.

Quería compartir estas reflexiones porque dice algo realmente esperanzador: que el camino es amar a nuestros hijos por ellos, por lo que ellos son. Por su verdadero ser individual. Que darles aquello que a mí me pueda haber faltado no sólo puede hacerles bien a ellos, puede ayudarme a sanar.

 

 

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