Hace meses que estoy practicando técnicas de mindfulness. En el camino que vengo haciendo me fui dando cuenta de la urgente necesidad que tenía de negociar mejor conmigo misma las condiciones de mi presente. Mi aquí y ahora estaban siempre intermediados por mi juicio sobre cómo deben ser las cosas, y mi forma de reaccionar a las agresiones externas no me dejaban muy contenta. Aun teniendo razón, y ni hablar en las situaciones en que no, sentía la necesidad de superar la urgencia que impone el sentirse ofendido o lastimado y encontrar otros caminos que me ayudaran a ver con claridad.
Entonces me di cuenta de algo super fuerte: por qué, si con mis niños tengo una capacidad infinita para escucharlos activamente, estar pendiente de sus necesidades, desarrollar apego seguro y una presencia consciente, era tan intransigente e inflexible con los adultos. La primera respuesta es más que obvia: ni son niños ni son mis hijos. Pero lo que sí es cierto es que tenía que haber un camino. Trabajé (trabajo) mucho conmigo misma. Es uno de los dones de la maternidad: descubrí que no tenía por qué quedarme con una versión de mí teniendo capacidad de maniobra.
En fin. En este derrotero después comencé a sentir una alarma en lo que hacía a mis hijos: me surgió la importancia de asegurarles a ellos la capacidad de estar conectados consigo mismos, con sus emociones y su presente.
Estamos todos practicando yoga, y por mi parte medito mucho y voy logrando sesiones cada vez más prolongadas.
Para quien le interese ahondar en prácticas de mindfulness, les recomiendo empezar por esta aplicación que descubrí, que es genial: Calm (en iTunes o en Google Play). Trae muchas meditaciones guiadas, y otras libres. Algunas están liberadas y otras se desbloquean mediante pago.
Para arrancar con los chicos conseguí este libro: «Tranquilos y atentos como una rana» de Eline Snel. Viene con un CD con 11 meditaciones guiadas especialmente adaptadas para niños de 5 a 12, que pienso comenzar a hacer con los nenes apenas termine de leer el libro (¡me falta re poquito!).
Estoy convencida de que este es el camino para ayudar a los chicos a reforzar su autoestima y su seguridad, y la practica continuada ayuda, a grandes chicos, a poder ver la vida de otro modo. La transformación viene de adentro de uno.
De las herramientas que les demos hoy, va a depender su vida adulta. Me impactó este poema, destacado en el prefacio al libro:
My heart leaps up when I behold A rainbow in the sky: So was it when my life began; So is it now I am a man; So be it when I shall grow old, Or let me die! The Child is father of the Man; And I could wish my days to be Bound each to each by natural piety. (William Wordsworth, 1770 - 1850)