Apuntes de una rookie mom

Mamá de varones

El niño es el padre del hombre

Hace meses que estoy practicando técnicas de mindfulness. En el camino que vengo haciendo me fui dando cuenta de la urgente necesidad que tenía de negociar mejor conmigo misma las condiciones de mi presente. Mi aquí y ahora estaban siempre intermediados por mi juicio sobre cómo deben ser las cosas, y mi forma de reaccionar a las agresiones externas no me dejaban muy contenta. Aun teniendo razón, y ni hablar en las situaciones en que no, sentía la necesidad de superar la urgencia que impone el sentirse ofendido o lastimado y encontrar otros caminos que me ayudaran a ver con claridad.

Entonces me di cuenta de algo super fuerte: por qué, si con mis niños tengo una capacidad infinita para escucharlos activamente, estar pendiente de sus necesidades, desarrollar apego seguro y una presencia consciente, era tan intransigente e inflexible con los adultos. La primera respuesta es más que obvia: ni son niños ni son mis hijos. Pero lo que sí es cierto es que tenía que haber un camino. Trabajé (trabajo) mucho conmigo misma. Es uno de los dones de la maternidad: descubrí que no tenía por qué quedarme con una versión de mí teniendo capacidad de maniobra.

En fin. En este derrotero después comencé a sentir una alarma en lo que hacía a mis hijos: me surgió la importancia de asegurarles a ellos la capacidad de estar conectados consigo mismos, con sus emociones y su presente.

Estamos todos practicando yoga, y por mi parte medito mucho y voy logrando sesiones cada vez más prolongadas.

Para quien le interese ahondar en prácticas de mindfulness, les recomiendo empezar por esta aplicación que descubrí, que es genial: Calm (en iTunes o en Google Play). Trae muchas meditaciones guiadas, y otras libres. Algunas están liberadas y otras se desbloquean mediante pago.
IMG_0895Para arrancar con los chicos conseguí este libro: «Tranquilos y atentos como una rana» de Eline Snel. Viene con un CD con 11 meditaciones guiadas especialmente adaptadas para niños de 5 a 12, que pienso comenzar a hacer con los nenes apenas termine de leer el libro (¡me falta re poquito!).

Estoy convencida de que este es el camino para ayudar a los chicos a reforzar su autoestima y su seguridad, y la practica continuada ayuda, a grandes chicos, a poder ver la vida de otro modo. La transformación viene de adentro de uno.

 

De las herramientas que les demos hoy, va a depender su vida adulta. Me impactó este poema, destacado en el prefacio al libro:

My heart leaps up when I behold 
   A rainbow in the sky:
So was it when my life began; 
So is it now I am a man; 
So be it when I shall grow old, 
   Or let me die!
The Child is father of the Man;
And I could wish my days to be
Bound each to each by natural piety.
(William Wordsworth, 1770 - 1850)
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Vayamos por partes.

¿Por qué había suspendido el blog y lo había pasado a privado? En primer lugar, porque me venía haciendo ruido compartir información sobre mis hijos y sus vidas. Ellos empiezan a ser más grandes, tienen voz y voto y empiezan a reclamar potestad sobre sus vidas. Alvarito comenzó a reprocharme algunos avances sobre su vida privada y me di cuenta que bien podría ofuscarse si supiera que cuento cosas de él acá. Gerva es más chico, pero le cabe el mismo respeto. Y segundo, porque la verdad es que comencé a sentir que no sólo no a todo el mundo le tiene que interesar lo que tengo para contar sino que, más importante, a muchxs les causaba fastidio lo que contaba.

Así que me estaba quedando sin mensaje y sin destinatario. Este espacio, que tanto bien me había hecho en el pasado, estaba en terapia intensiva.

Hasta que pasó algo. Siempre hay alguien que conoce a alguien que conoce a alguien, y a mí me tocó toparme con una mamá como yo, con inquietudes e intereses como los míos, que pasó por las mismas cosas y que en su momento encontró orientación en mis palabras para resolver un conflicto con el que estaba lidiando. Y otra me pidió una guía de preguntas y respuestas que una vez había armado cuando me equivoqué de jardín y en menos de dos semanas cambié a uno mejor.

Así que encontré mi mensaje, mi voz y alguien a quien le interesa: tengo que hablar yo, hablar de mí, a mujeres como yo. Fácil.

Hago un recorrido relámpago por las cosas que pasaron mientras tanto (porque la vida son las cosas que pasan mientras el blog está en suspenso).

Tuvimos la valentía y la honestidad para reconocer que algo estábamos haciendo mal. Que la forma en que nos estábamos relacionando no era saludable, y que muy poco tenía que ver con la hermosa relación que a lo largo de tantos años habíamos logrado afianzar. Nos expusimos y nos entregamos. Comenzamos a trabajar sobre nosotros mismos y sobre nuestro matrimonio.

Por mi parte, yo misma tuve la valentía y la honestidad para hacerme cargo de lo mío. Me puse a trabajar con más compromiso sobre mí misma.

Acompañamos a nuestros chiquitos en la transición saludable hacia una nueva cultura familiar. Les cambiamos la vida, para mejor.

Pudimos desprendernos de la interferencia externa. De los problemas ajenos, de los conflictos del otro. Nos encapsulamos, nos encerramos en nosotros mismos y nos comprometimos en la epopeya.

Marian tiene esa frase hermosa de antología, que tanto me conmueve y que tantas veces cité acá: «Más seguros de nosotros mismos y con menos temor».

Tengo varias herramientas para compartir. Encontré muchos caminos novedosos que me sirven de mucho, que de a poco voy a ir mostrando por acá.

51IpjnZqGpL._SX331_BO1,204,203,200_Destaco todo lo que vengo leyendo sobre Positive Parenting. En particular, este libro de Rebecca Eanes: Positive Parenting: An Essential Guide.

Cuando me involucro con una determinada corriente, me gusta hacer previamente ciertos chequeos básicos sobre si existe una ética y una estructura de valores compartida, y que hable de cosas que resulten aplicables a mi realidad más concreta y específica. Un ejemplo rápido: a los 21-22 años, trabajando todo el día y cursando diariamente la facultad, estaba en un estrés tal que tuve un cierto problema de columna. Todavía me acuerdo como si fuera hoy, que una de las recomendaciones del traumatólogo que fui a ver había sido dormir entre 60 y 90′ de siesta diarios. Esa total incoherencia de fines a medios no me sirve. Me hace perder interés. Nunca fui muy teórica.

Este libro, muy ordenado, muy a lo yanqui, con esquemas, listas, bullets y lenguaje llano, me mostró una forma de conectarnos como familia que nos está haciendo mucho bien. Me ayudó a ver a mis hijos, a mi coequiper y a mi entorno desde un lugar completamente diferente. Pude encontrar la manera de deponer mis batallas y quedarme sólo con lo que me hace bien.

No tiene pretensiones. No transmite verdades reveladas. No hace alarde científico. Es un libro en el que alguien se propuso compartir sus descubrimientos en el derrotero de querer ser mejor mamá cada día.

Lo recomiendo.

En fin, esta es mi nueva versión. Este es mi nuevo espacio.

 

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Quantum leaps

Hay un concepto al que con el Doc le venimos dando vuelta hace tiempo. Hasta que llegamos a una teoría respecto de la forma de madurar de nuestros niños. No quiere decir que esto se dé igual para todos; es lo que nosotros pudimos ver en Alvarito y Gerva.

Su forma de hacer los progresos es de a saltos. Es lo que en otros contextos la ciencia denomina quantum leaps. De golpe, de forma súbita. No hay un proceso, no es progresivo. Es de golpe. Son saltos discretos.

Gerva un día, bastante antes de cumplir los 2 años, comienza el día gritándome para que no le ponga el pañal. Me dice que no lo quiere. Que quiere calzoncillo. Le compro una pelela y en 2 semanas tiene dominado el tema del potty training. A Alvarito madurar este tema le llevó unos 6 meses en total, contando mis propios retrocesos (¿se acuerdan, lo conté acá). Lo logró a los 3.

Alvarito se pasó todo el 2015 renegando porque no le gustaban las clases de natación. Cuando conseguí que le guste ir, rogaba que no lo obligaran a meter la cabeza abajo del agua. Y un día en diciembre pasado, que íbamos a lo de unos amigos, se levantó a la mañana y me dijo que ese día quería tirarse solo desde el borde y meter la cabeza abajo del agua. Ahora ama meterse al mar y a la pileta y no para de progresar en cuanto a habilidades. En sólo dos meses hizo todo el catch-up de su edad.

Gerva un día me mira de golpe y me dice «mamá, te quiero mucho», y a los dos días está armando frases super complejas que va sacando de la galera (que le va robando a su hermano, bah).

Y de repente ya no son unos bebés. De repente me doy cuenta que cada uno de ellos pega saltos, a su ritmo, con mucha facilidad para algunas cosas y mucho más trabados en otras. Cada uno con lo suyo. Cada uno nos necesita de una manera diferente. Siempre digo que soy dos mamás.

En esto pensaba por estos días cuando me encontré con que estos temas nos deben estar pasando a todos. De casualidad leí «Every Kid Has Their One ‘Thing’”. Este post puso en palabras algo que yo también venía sintiendo: cada niño tiene su ‘acá’. Ese tema que le cuesta más, eso en lo que le cuesta progresar, eso que lo traba.

Lo pienso cada vez que la mamá narcisista que todas llevamos dentro siente la tentación de agrandarse con algún logro de ellos. Cada uno tiene su ‘acá’. Para bien y para mal: los talentos serán potenciados, y habrá zonas de disconfort en las que acompañarlos y tratar de contenerlos lo mejor posible.

Saberlo, reconocerlo y trabajarlo es el desafío. Ayudarlos a sentirse cómodos consigo mismos, confiados en sus capacidades y dispuestos a esforzarse para progresar.

Hace unos días, antes de irnos de vacaciones, leí «‘Nice try!’ Is Not Enough», un artículo del blog del NY Times sobre maternidad (¡lo recomiendo!). Habla de una forma más elevada de incentivarlos en el desarrollo de habilidades. Desarrolla el concepto de «growth mind-set» y explica que lo mejor sería partir de la base de reconocer que no todo el mundo desarrolla sus habilidades de la misma manera. A algunos les lleva más esfuerzo, y otros ni siquiera lo logran. Pero no porque sean ineptos. Simplemente porque cada individuo tiene su propio set de capacidades.

Ya me quedó como lectura pendiente este libro de Carol Dweck: “Mindset: The New Psychology of Success”. Me lo acabo de comprar.

Stay tunned.

 

 

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