Hay días perfectos. Otros días son iguales a otros. Y hay días que no.
Ayer fue un día que no. Damn it. Esos días deberían ser borrados del calendario.
El Doc había salido. La nanny tenía la noche libre. Como tantas otras veces me quedé sola con mis dos chiquitos y todo anduvo bien… Hasta que todo anduvo mal.
Se potencian. Se ponen de acuerdo para competir en intensidad. Reclaman sus espacios. Exigen, demandan, pelean, dan batalla. Son lo más, son graciosos, pero son infumables en días como este.
Alvarito se pasó toda la tarde «yendo a pensar». Y el Queca, escuchando «no, Queca». Me odié. Sabía que me odiaba y que ellos me odiaban, pero me ganó la no calma. Sostuve el aplomo todo el tiempo que pude, que fue mucho. Pero me faltó una media hora.
Al grito de «basta» en distintos decibeles, tonos y volúmenes, perdí la compostura. No soporté más. No aguanté la sinfonía desencadenada de llantos, quejas y reclamos. No pude lidiar con un chiquito que literalmente se me colgaba del cuello mientras el otro me demandaba atención exclusiva. No pude.
Antes de ayer, justo antes de ayer, había vivido uno de los hitos más emocionantes en la historia de cualquier mamá: mi primogénito espontáneamente me dijo «Te quiero mucho».
Ayer, la cosa fue diferente.
Había logrado sostener la rutina de comida y baño para ambos, y estaba en la etapa de sueño. G ya se había dormido, así que me faltaba Alvarito. Pero por alguna razón sentí que episodios como éste en él dejan una huella más profunda. Así que de alguna manera le dije:
– Te quiero mucho, mi amor.
– Yo también te quiero mucho, me contestó con una mirada que yo sentí cargada de reproche. O de resignación. O de pena. O de culpa.
Así que ahí mismo redoblé la apuesta y le dije:
– ¿Me perdonás por haberme puesto nerviosa?
– Yo también me puse nervioso. Vamos a dormir. Y ahí mismo me dio un beso y cerró los ojos.
Oh, my Gosh. Amo ser mamá.
Ay! Obvio q también me veo en tu relato, pero no te pasa que después, al rato, al día siguiente, en poco tiempo NI TE ACORDAS?? A mi me pasa eso…una vez q las aguas se calman, y como vos decís, pasa la tormenta, una vuelve a su «estado natural(?)» y se te olvida el episodio??
Lo genial es q siempre queda registro de alguna herramienta para usar la próxima.
Me encanta leerte, siempre, aún en los días para borrar(se-los) de calendario.
Besazos!
Intento que no se me olvide porque correría el riesgo de repetir el error (cosa que por desgracia puede ocurrir más seguido de lo que quisiera).
Besote, Flor!
Coincido con vos en que uno de los hitos más importantes en la vida de una madre es cuando tu hijo te dice que te quiere espontáneamente. Te derretís. Mi primogénito me lo repite todo el tiempo y me muero de ternura.
También coincido con vos en que hay días que son para borrar del calendario. Yo también tengo dos varones (5 y casi 2) y a veces salgo medio tarde del trabajo -donde me siento como Tupac Amarú- corriendo para llegar a reemplazar a la señora que nos ayuda y, sin poder hacer el switch entre la trabajadora y la madre, llego a casa a dos niños que se me pegan como garrapata y vuelta a sentirme como Tupac Amarú… y hay días que no hay cuerpo ni mente ni paciencia que aguante… Después me mata la culpa, pero como dice mi viejo: «lo ideal es lo que se puede». Somos humanas y lamentablemente tenemos nuestros «shortcomings».
Genia vos por saber pedirle disculpas para que le quede claro que no es su culpa y genio, Alvarito,y su capacidad de reconocer esas cosas siendo tan chiquito.
Me encantó tu post.
«Lo ideal es lo que se puede». Clap clap clap. Me lo llevo.
Gracias por compartir.
Besote!
Ay por favor si esto podría haberlo escrito yo! Gracias! Ahora no me siento tan #bichoraro ni #malamadre. Yo también voto por borrar estos días del calendario y porque siempre sean mayoría los dias felices :)!
jajaja no estás sola, somos legión!
Besote!
Puff tan real. A ese «basta» casi que llegué a escucharlo de tanto que lo conozco.
Y también me pasa eso de que después de que me saco cuando finalmente pasa la tormenta, pido disculpas o propongo una charla tuvimos un episodio así de esos olvidables y mi hija se puso a llorar. Al rato voy al cuarto y -todavía enojada- le pregunto y ahora, por qué llorás? es que te quiero dar un abrazo, dijo ella, proponiendo hacer las pases.
Bueno, finalmente somos humanas eh!
beso grande, lindo leerte como siempre
Son puro amor. Son perfectos. Todavía no saben lo que es el rencor. Deberíamos aprender más de ellos, no?
Besote!
Amé Alvarito, qué capacidad autocrítica para contestarte eso.
Hasta del caos se vuelve, no?