Apuntes de una rookie mom

Mamá de varones

Paz

A veces pierdo la calma, me desbordo, me desespero. Veo que las cosas no son lo que deberían ser y la impotencia me saca. Así fue mi última parte del año pasado.

Tuve que tomar un montón de medidas correctivas en el funcionamiento de mi casa. Algunas más antipáticas que otras. Algunas más efectivas que otras.

Y por fin llegó la paz. Mis nenes están adorables. Tranquilos. Creciendo. Sanos, felices y contentos. En diciembre no me hubiera imaginado nunca que este estado de cosas fuera posible.

Gervito disfruta, progresa, adquiere nuevas habilidades, y fundamentalmente tiene todo el día esa sonrisa que no le entra en la cara. Ahora acepta en paz cuando nos vamos a trabajar y viene corriendo a los gritos cuando nos escucha llegar desde el ascensor.

Alvarito está espléndido disfrutando la colonia, haciendo actividades super creativas a la mañana antes de irse, y animándose en 48 horas a dejar para siempre el pañal.

«Yo sólo, mamá. Yo soy un nene grande».

No es un cliché cuando te dicen que a los chicos hay que respetarles los tiempos y darles sus espacios. Ya lo aprendí. Si la despañalización en general sucede en algún momento entre los 2 y los 4 años, algunos estarán más cerca de los 2 y otros más cerca de los 4. La ansiedad en el medio es cosa nuestra, no tenemos que pasársela a ellos. Espero recordar esto con G.

Estoy pasando al mediodía por casa para despedir a Alvarito antes de irse a la colonia. Hoy cuando llegué había hecho un montón de dibujos dedicados a la familia, sin olvidarse de nadie. Su nanny lo ayudaba a pegar fideos pintados con témpera y a poner los nombres de cada uno.

«Tarda en llegar, y al final hay recompensa».

2015-01-15 13.38.30

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A hard day’s night

Hay días perfectos. Otros días son iguales a otros. Y hay días que no.

Ayer fue un día que no. Damn it. Esos días deberían ser borrados del calendario.

El Doc había salido. La nanny tenía la noche libre. Como tantas otras veces me quedé sola con mis dos chiquitos y todo anduvo bien… Hasta que todo anduvo mal.

Se potencian. Se ponen de acuerdo para competir en intensidad. Reclaman sus espacios. Exigen, demandan, pelean, dan batalla. Son lo más, son graciosos, pero son infumables en días como este.

Alvarito se pasó toda la tarde «yendo a pensar». Y el Queca, escuchando «no, Queca». Me odié. Sabía que me odiaba y que ellos me odiaban, pero me ganó la no calma. Sostuve el aplomo todo el tiempo que pude, que fue mucho. Pero me faltó una media hora.

Al grito de «basta» en distintos decibeles, tonos y volúmenes, perdí la compostura. No soporté más. No aguanté la sinfonía desencadenada de llantos, quejas y reclamos. No pude lidiar con un chiquito que literalmente se me colgaba del cuello mientras el otro me demandaba atención exclusiva. No pude.

Antes de ayer, justo antes de ayer, había vivido uno de los hitos más emocionantes en la historia de cualquier mamá: mi primogénito espontáneamente me dijo «Te quiero mucho».

Ayer, la cosa fue diferente.

Había logrado sostener la rutina de comida y baño para ambos, y estaba en la etapa de sueño. G ya se había dormido, así que me faltaba Alvarito. Pero por alguna razón sentí que episodios como éste en él dejan una huella más profunda. Así que de alguna manera le dije:

– Te quiero mucho, mi amor.

– Yo también te quiero mucho, me contestó con una mirada que yo sentí cargada de reproche. O de resignación. O de pena. O de culpa.

Así que ahí mismo redoblé la apuesta y le dije:

– ¿Me perdonás por haberme puesto nerviosa?

– Yo también me puse nervioso. Vamos a dormir. Y ahí mismo me dio un beso y cerró los ojos.

Oh, my Gosh. Amo ser mamá.

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Hacer un puente

DSCI0128.JPGHay gente que tiene esa capacidad. Son personas que se caracterizan por unir, ser nexo entre dos o más personas de un grupo. Normalmente, proponiéndoselo o no, son quienes actúan de mediadores en los conflictos, son los que tienen miradas pacificadoras sobre los problemas de convivencia, y son quienes, deliberadamente o no, pueden sostener al grupo más o menos unido.

En las familias ese rol es esencial. La vida en familia es tan compleja que sin una de estas personas no es fácil sostener la paz y la armonía. Desde ya, el riesgo es que cuando esta persona por las razones que sean no tiende el puente no hay caminos para llegar a ningún lado. Aun si no es culpa de nadie, o si es culpa de todos.

En mi familia esa persona es mi hermana. Yo tengo otras virtudes, pero no esta. No desarrollé esta habilidad.

No sé si ella lo sabe (claramente yo no se lo dije, se estará enterando ahora), de un tiempo a esta parte ella está jugando un rol preponderante en que todos en mi familia podamos volver a conectarnos y reestablecer el vínculo. No sé si se lo propuso o es porque ella es así, pero de eso se está encargando. Porque nos amamos, claro está, pero qué rebuscados que somos todos!

Así que hoy viernes le dedico esta canción.

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