Apuntes de una rookie mom

Mamá de varones

Con manual de instrucciones

Ayer tuvimos control con el pediatra. La semana que viene Alvarito cumple dos años, así que aparte de la revisión clínica general, la orden para la vacuna de la meningitis y las mediciones de rutina, charló con nosotros sobre lo que se viene.

Las consultas ahora son mucho más espaciadas. Ya pasamos de una frecuencia de 2 a 4 meses, así que el tiempo en consultorio es un poco más largo y, si se quiere, más productivo.

Nos habló sobre un importante cambio en el comportamiento, que se supone debería estar a la vuelta de la esquina: comienza la edad de los berrinches y los caprichos.

Voy a hacer una síntesis de lo que nos explicó. La verdad, la propuesta de nuestro pediatra amigo me cerró por todos lados, piensa muy parecido a nosotros, y aunque algunas cosas me van a costar mucho sé que así es como debe ser. Básicamente compartimos la visión, así que quiero dejar esto documentado para consulta permanente.

El pediatra partió de una base: el objetivo de los escandaletes, escenas descontroladas y berrinches que se vienen es principalmente llamar la atención de mamá y papá. El niño comienza a registrar que hay un mundo alrededor, y comienza a querer encontrar sus espacios. Quiere sentirse importante y comienza a darse cuenta de que no es el centro del universo. Esto lo acoto yo: ¿se imaginan lo duro que debe ser semejante descubrimiento? Hay tanta gente por ahí que con unas cuantas décadas más encima todavía no se hizo cargo…

Por lo tanto, en esta línea de pensamiento, el pediatra nos propone la siguiente estrategia. Si bien estos bullets no representan cosas separadas, sino que son parte de una forma integral de proceder, lo enumero en una lista para facilitarme la implementación.

  • No permitirle que siempre logre su objetivo (acaparar la atención).
  • Explicarle que él es una persona muy importante, pero que mamá y papá (y el resto de los miembros del entorno) son tan importantes como él y no pueden estar todo el tiempo a su disposición.
  • Mostrarle que hay muchas actividades que él puede hacer y disfrutar solito, que mamá y papá (o nanny) lo van a estar cuidando y protegiendo, pero ya no es necesario que estén todo el tiempo encima de él.
  • Si los adultos están conversando, sus interrupciones tienen que ser justificadas. Porque sí, no. Pero explicarle claramente en el momento la razón.
  • Nunca perder los estribos. Él va a buscar lograr su objetivo como sea, ya sea por la positiva (logro que dejen de hacer lo que están haciendo para ocuparse de mí) o por la negativa (me retan  y se enojan conmigo). Por lo tanto, con amor y en paz, marcar los límites.
  • La más difícil: no darle bola si se tira al piso, grita, patalea o se escandaliza, no entrar en su rueda. Esperar a que se le pase y explicarle muy claramente lo que estuvo mal.

Lo que me sonó muy fuerte en esta charla fue la idea fuerza de que esta etapa es crucial para la formación de la personalidad. Que de nosotros y de nuestra actitud va a depender su habilidad para lidiar con la frustración y su nivel de tolerancia al fracaso. Que si el niño se acostumbra en esta etapa a salirse con la suya el día de mañana ante el primer fracaso va a claudicar (una materia en la facultad, un error en el trabajo, el rechazo de una chica). Que nuestra responsabilidad como mamá y papá es enseñarle con ternura, comprensión y amor, pero sobre todo con respeto, que el mundo está formado por millones de personas igual de importantes que él. Que no se puede tener todo, y no se puede conseguir ya.

Me fui pensando en la enorme carga de responsabilidad que tengo en la espalda.

«Puedes ser solamente una persona para el mundo, pero para una persona tú eres el mundo» – Gabriel García Márquez

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