Ayer tuve una revelación: mi casa es muy poco baby-friendly, por no decir directamente nada.
Resulta que Alvarito comienza tímidamente a quedarse parado, con su pancita apoyada en algo que le dé sostén. Ayer se quedó sobre uno de los parlantes de un home theatre, y comenzó a querer agarrar todo lo que estuviera a su alcance…
Y ahí fue que me di cuenta de la gran cantidad de cosas que tiene a su alcance: adornos, estatuitas, portarretratos, ceniceros, libros, botellas, papeles, documentación, en fin… Mi casa nunca fue pensada (ni re-pensada) para la llegada de un niño.
Es más: voy a confesar, no sin un dejo de autocrítica, que siempre creí que el niño debe adaptarse a la casa y no al revés. ¡Mentira! Ya me veo corriendo atrás del mocoso levantando todo lo que va tirando al suelo a su paso.
¡La que me espera!
¿Ya les pasó? Acepto consejos y sugerencias…