Estuve ausente sin aviso: me operaron de urgencia. Apendicitis. ¡Qué poco chic! No tenía idea de que seguía existiendo tal cosa. De todos modos cuando se confirmó el diagnóstico suspiré aliviada: la médica de urgencias se la había jugado a vesícula. ¿Se imaginan qué patético? Da un poco enfermedad de viejo carcamán, ¿no?
Soy un poco irrespetuosa de mi cuerpo, pero esta vez no me imaginaba qué pude haber hecho mal. El cirujano me confirmó que nada. Al que le toca, le toca.
Los días que estuve internada me angustiaba mucho que mi niño se despertara y que yo no estuviera en casa. La primera vez que vino a visitarme, ya operada, se puso a llorar apenas me vio. Imagínense la angustia que debe haber acumulado sin entender lo que estaba pasando.
Yo pedí expresamente que se lo explicaran, pero es muy chiquito todavía.
Cuando quería venir a upa mío, como podíamos lo subíamos a la cama y lo acomodábamos de forma tal que perjudicara lo menos posible las heridas de la cirugía… Pequeñas porque fue por laparoscopía, pero no hay que subestimar el poder de un bisturí.
En ningún momento me asustó demasiado el regreso a casa. Soy muy cruda para enfrentar lo que se venga y me repongo velozmente. Está en mi naturaleza. Alvarito nació por cesárea y eso es 10 veces peor que lo que me tocó ahora, así que estaba convencida de que me esperaba una semanita de recuperación tipo vacaciones. Y, sin embargo, yo creo que alguna sustancia química se debe liberar cuando tenés que reponerte de una cesárea, porque me había costado bastante menos.
Estoy espléndida, pero el cuerpo no está «tan contento» como cuando nació Alvarito. Es como que acusa más el impacto.
Es horrible el nudo que siento en el centro del corazón cuando me pide upa y le tengo que decir que no. A decir verdad, me da tanta pena que más de media vez lo alzo igual.
Y como se supone que no hay mal que por bien no venga, el jueves Alvarito comienza las clases y no voy a tener que disfrazarme de holograma. Me causa mucha alegría poder acompañarlo sin prisa ni estresada por el horario.
Y bueno, es lo que hay. El chiquito ahora está feliz de pasar más tiempo conmigo, así que a lo mejor me lo merezco. Será una forma cósmica de generarle un espacio a él.

Me gusta esto:
Me gusta Cargando...