Apuntes de una rookie mom

Mamá de varones

Me gustas cuando callas

Finalmente claudiqué. Cedí. Confío mucho en el criterio del pediatra que elegimos para acompañarnos y orientarnos en la crianza de nuestro(s) hijo(s), así que decidimos que no tenía sentido pelear una batalla por el tema del habla.

En la consulta de control que tuvimos en los días previos a su 2° cumpleaños, nos dijo que él consideraba que era mejor para todos que nos sacáramos las dudas respecto del nivel de adquisición del lenguaje de Alvarito, por lo que nos derivó a una consulta neurolingüística para evaluación y seguimiento de trastornos del lenguaje.

Yo me encontraba ya mucho más tranquila por esos días, así que no me cayó mal la sugerencia. Me di cuenta que era cierto que ante la duda mejor era consultar a los que saben. Normalmente es un criterio que adopto en todos los órdenes de la vida, así que tratándose de mi pequeño hijo no vi más razones para seguir resistiéndome.

El propio pediatra nos dijo que para él no íbamos a encontrarnos con ningún sobresalto, porque el nivel general de maduración de Alvarito es excelente, pero que de todos modos su «vagancia» para comenzar a pronunciar palabras por las dudas podía ser evaluada.

Después de un par de trámites burocráticos de la prepaga (¡uf!) finalmente hoy fuimos a ver a una fonoaudióloga. Mi enorme temor era que Alvarito se enojara conmigo por someterlo a esa situación, así que le fui explicando muy bien lo que iba a pasar, y por qué, durante los últimos días y mientras íbamos en camino.

Me quedé muy contenta con la profesional, porque más allá de que nos tranquilizó con la misma idea que nos trasmitió el pediatra (es decir, que a priori no parecería haber trastorno alguno pero que está bien sacarse la duda con un par de sesiones de evaluación), noté que tuvo mucha habilidad para congeniar con el niño y vincularse con él. Alvarito finalmente se soltó e interactuó muy bien con ella. Muy divertido y simpático, muy lejos del enojo y fastidio que tanto me preocupaban.

Así que después de algunas semanas vamos a saber cómo seguir.

Lo que sí me quedó clarísimo es esto que saltó a simple vista: este niño no tiene necesidad de hacer demasiado esfuerzo por comunicarse y obtener lo que desea. Quedamos muy en evidencia, tanto el Doc como yo, ya que apenas el niño levantaba su dedo índice de la mano derecha nosotros hacíamos lo que el pequeño príncipe nos indicaba.

Se nos acusa de estar a merced de nuestro pequeño hijo y tener toda la casa a su disposición. El acusado se declara: Culpable.

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