Llegó el verano. Desde muy chica siempre amé el verano: es la época más divertida del año. Mis recuerdos más entrañables de la infancia son las colonias de vacaciones.
Desde que soy mamá todos los veranos deseaba que Alvarito ya tuviera edad para colonia y al fin este año llegó el momento. Está yendo a una colonia que organiza en un club el profe de Educación Física de su colegio, así que va con la mayoría de sus compañeritos.
Esto tiene muchas ventajas: la principal es que los nenes no tienen que pasar por adaptaciones porque ya se conocen casi todos y conocen muy bien al profe (¡y lo aman!).
La cuestión es que el lunes arrancaron. Me propuse a mí misma no estresarme mucho por el hecho de que no conozco el lugar, ni a las profes, ni supe muy bien cómo organizaban las actividades diarias, básicamente porque espontáneamente se armó una red de mamás que el primer día fueron a ver cómo era todo y nos pasaron impresiones muy positivas.
Una de las cosas que supe es que los profes les dan caramelos Sugus a los nenes, y Alvarito, como sabe que no se los dejamos comer, los retenía en sus manos. Obviamente le duraron poco: otro de los nenes se los sacó y se los comió, y parece que se armó tanto lío que terminaron dándole más caramelos a mi nene. Al fin del día llegó a casa con dos caramelos en la mano y nos pidió permiso para comerlos. «Sólo uno», fue la respuesta resignada de papá dentista.
Inicialmente me hizo un poco de ruido que le hayan dado caramelos sin consultar, pero la verdad es que después recordé que para la inscripción tuve que llenar una ficha muy completa sobre Alvarito y en ningún momento dije nada al respecto. También me planteé que, fiel a mis recuerdos de la infancia, el verano es la época de la diversión y las cosas lindas, así que internamente me relajé con el tema caramelos y no hice ningún planteo. Evité hablar del tema con papá dentista porque sé que no está muy contento con esto.
A ver si puedo encarar el 2015 relajando un poco tantas presiones, no?
¿Cómo manejan el tema con sus nenes?