Apuntes de una rookie mom

Mamá de varones

Zapatero, a tus zapatos

Una de las preguntas más obvias que me hacen desde que soy mamá es «¿Y para cuándo la marca de zapatos para niños?». Mi respuesta es siempre la misma: «De momento no me siento capacitada».

Cuando hice el curso de diseño de calzado, nos explicaron todas las medidas que sí o sí hay que respetar para que el zapato cumpla su función sin romper los pies de nadie (distancias entre puntos, proporciones, etc.). Intuitivamente, siempre creí que esas medidas y proporciones no pueden ser las mismas en el caso de niños, y menos en bebés. Además, siento que debería estudiar Anatomía, Traumatología infantil, Psicomotricidad, entre otras. Las cosas se hacen bien, o no se hacen.

Y en los 10 meses que llevo «testeando» modelos en Alvarito confirmé que el calzado para niños es mucho más complejo, y es por eso que muy pocas marcas lo tienen bien resuelto.

Aunque estoy lejos de poder considerar que sé mínimamente algo sobre el tema, comparto algunos tips basados en la experiencia que vengo acumulando:

  1. «Si no te quiere, no te quiere». Esta regla, que aplica en todos los ámbito de la vida, es especialmente válida en calzado en general, y en niños ni hablar. Si no entra, si se sale, si no es cómodo, si el niño se desvive por sacárselo, no sirve. Por muy lindo, canchero, moderno que sea.
  2. «Al Don Pirulero». Las marcas de ropa, fabrican ropa. Las marcas de calzado de adultos, fabrican calzado de adultos. Las marcas de juguetes, fabrican juguetes. El calzado, especialmente el de niños, hay que comprarlo a los que saben.
  3. «No es lo mismo». Hay marcas (Timberland, Nike, Adidas, Bubble Gummers) que tienen muy bien resuelto el tema del fitting. NO da igual un talle más o menos. No soy experta (ni mucho menos), pero sospecho que no puede ser bueno para un bebé en plena etapa de formación ósea, andar usando calzado que no le quede bien a sus pies. Una idea brillante, que todas estas marcas tienen, es una plantilla removible (y/o el dibujo en la caja) que ayudan a decidir con el piecito del niño si estamos eligiendo el talle adecuado.
  4. «Tiempo al tiempo». Cada etapa tiene un modelo de calzado apropiado. Descubrí algunas reglas básicas, simplemente por observación:
  • Antes de que el niño muestre interés en caminar, casi casi vale todo. No lo digo como especialista, simplemente como mamá. Cuando Alvarito estaba sentado en el cochecito o en el piso y no usaba los pies, me di el lujo de ponerle todo lo que le quedara bien solamente en talle. No me preocupaba por la suela, ni por la estructura, sólo por el material. Como era verano, lo que más usábamos eran unas zapatillas divinas, de género liviano y sin estructura que se venden por muy pocos $$ en todas las zapatillerías de barrio. También usaba unas de Bubble Gummers, que son pioneros en talles mínimos que nadie más fabrica (Alvarito, como sus papás, tiene pies minúsculos).
  • En esta etapa, como en las 2 ó 3 siguientes, lo importante es el sistema de ajuste. Que me disculpe la célebre marca de alpargatas, pero mientras el pie de mi bebé siga siendo una empanada los únicos ajustes válidos son el velcro y los cordones. Va la explicación y un truco: todo lo que no sea estos dos sistemas, si es lo suficientemente grande como para que entre en el pie del baby, con seguridad se va a salir cada 2 nanosegundos; si es lo suficientemente ajustado como para que el piecito del niño lo retenga, seguro que no puede ser favorable la fuerza que hay que hacer para ponérselo. Truco: el cordoncito es mejor bien pero bien corto… que sólo alcance para dos nuditos. El moño es demasiado tentador para niños curiosos.
  • Fundamental: cuando empiezan a querer dar los primeros pasos, prestar mucha atención al tipo de suela que le vaya quedando más cómoda en cada etapa. En el mercado está casi todo pensado: suelas antideslizantes (un diez), suelas semi-duras (son bárbaras)… Hay para todos los gustos.

Creo que lo más importante es la regla N° 1, que en definitiva implica nunca forzar nada. Deberíamos encarar así nuestras vidas, pero al menos en lo que se refiere a los pies de mi bebé trato de respetar la regla.

Cierro con una anécdota personal. Mientras estaba embarazada, en mis viajes compré una cantidad más que abrumadora de zapatos, zapatitos, zapatillas, sandalias, y demás. No pudimos usar casi ninguno (ni siquiera los que elegimos especialmente para el bautismo). He aquí la razón: nos guiábamos por la etiqueta que indicaba la edad. Nada más tonto de mi parte: cómo se me habrá ocurrido pensar que los niños tienen el mismo tamaño de pies en cada etapa…

Espero que sirva. Si alguien tiene algún tip más, plis compartan con los que estamos aprendiendo…

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El viajar es un placer

Ya les había contado que hace unas semanas estuvimos de vacaciones. Fueron 15 días donde pudimos disfrutar a pleno, en familia. Quizás pudieron ir viendo las anécdotas de @drmorgante, @BebeMorganteRB, y las mías (menos porque me quedé sin servicio a la mitad del viaje porque me olvidé de dejar la factura paga).

Antes de irme, mientras organizaba el viaje varios amigos que habían vivido la experiencia de viajar con sus babies me habían dado tus tips y consejos, y la mayoría fueron tan útiles que para seguir con la cadena voy a compartir mi experiencia.

  • Uno de los consejos más útiles que me habían dado, y que por suerte tomé, fue contratar departamentos en lugar de hoteles. Una de las principales ventajas es la comida que se le da al bebé todos los días. Quince días es mucho tiempo para un bebé, así que pensar especialmente en comidas hechas por mamá y papá en un ambiente familiar es sin dudas insuperable. Otra de las razones es que se duerme antes que sus papis, así que el hecho de tener ambientes separados suma para que todos puedan disfrutar el viaje.
  • Otro consejo útil fue no recargar las valijas con cosas que se puedan conseguir en todos lados. Todos sabemos que las principales marcas de cosas para bebés (pañales, etc.) operan en prácticamente todo el mundo, así que más o menos los pañales son iguales en todos lados. Lo mejor es llevarse para el viaje en avión y los primeros 3 ó 4 días.
  • Algo que SI hay que llevar es todo lo que sea de compra en farmacias (vitaminas, suplemento de hierro, productos para paspaduras). Es muy difícil saber cuáles son los equivalentes, especialmente si en el medio hay que lidiar con el idioma alemán, checo, húngaro y eslovaco. Esto no fue un consejo: fui yo que estúpidamente me olvidé de la pasta al agua que vengo usando, y no sabía de qué disfrazarme para conseguir algo que sirviera. Ah, también me olvidé el alicate del baby! Parece mentira, pero pavadas de estas pueden complicar un rato.
  • Una lonita de juegos que no ocupe mucho espacio es de especial ayuda cuando los traslados son largos. Lo mismo con los juguetes: si hay alguno que sea de especial preferencia, llevarlo ayuda mucho para momentos de ansiedad del bebé (que los hay).
  • Nosotros optamos por llevarle sus platitos, vasos y cubiertos. Ya conté varias veces que tenemos algunas etapas difíciles, así que preferimos no innovar.
  • Tema baberos: super importante (al menos para mí, porque Alvarito es amante del yogurt y se enchastra un montón). Hay unos baberos descartables que se venden en los super y en Farmacity. Están muy buenos, pero el adhesivo es pésimo así que hay que prever algún brochecito. La alternativa es uno que sea lavable, pero es más incómodo.

Quizás el tema más importante, que merece un párrafo aparte, es el de la movilidad. Mucho se dice sobre el tipo de cochecito más cómodo para viajar. Alvarito tenía al momento de nuestro viaje, 8 meses, por lo que en mi opinión era muy chiquito para paragüitas. Son elecciones personales (o en todo caso, familiares). Estoy absolutamente convencida de que el mejor cochecito para viajar es el mismo que el bebé ya viene usando. Por lo tanto, desde mi punto de vista, si hubiéramos querido cambiarle el cochecito a Alvarito deberíamos haberlo hecho con algún tiempito de anticipación. Pero, de nuevo, a mí me parece muy chiquito para paragüitas, así que dejé pasar. Es cierto que nuestro modelo de stroller cae especialmente antipático en los aeropuertos cuando uno pide despachar en la puerta de embarque, pero la realidad es que finalmente lo logramos en todas las oportunidades. En los trenes es un incordio total, concedido. Pero para andar por las ciudades nos resultó genial. Lo mejor de todo: el cubrepiés desmontable, de polar. Lo recomiendo 100%, porque pasamos tantos cambios de clima que nos salvó de un montón de situaciones complejas.

Otro consejo es que hay que prever varias opciones de movilidad, porque no se puede abusar de la buena fe del niñato: por mucho que le guste pasear y andar de acá para allá, necesita cambiar de situación. Difícilmente se vaya a bancar 15 días adentro del carrito, así que acá son de suma utilidad los marsupios o portabebés. Acá, de nuevo, Alvarito ya estaba acostumbrado porque acá también lo usamos. Ojo, que hay que tener muy en cuenta las recomendaciones de uso, para evitar problemitas en la cadera. Sobre este tema, yo me guío por la info que conseguí acá.

Lo mejor: dedicarle ratos de esparcimiento fuera del cochecito. Disfrutar con él, tenerlo en brazos, dejarlo moverse por el piso, sentarlo en las mesas. Toda vez que se pueda, olvidarse de las formas y dejarlo ser.

Espero que sirva. Nosotros, cada vez que percibíamos las ventajas de alguna decisión adoptada por consejo de nuestros amigos, nos sentimos super agradecidos. Así que si tienen más consejos para agregar, ¡bienvenidos sean!

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(In)cultura urbana

Dentro de todas las situaciones nuevas con que me voy encontrando desde mi (nueva) condición de mamá, algunas son felices, otras no tanto, y otras son lisa y llanamente desagradables.

Esta última categoría es la que inspira mi post de hoy.

Caminata

Más o menos desde el primer mes de vida de mi bebé, adoptamos la costumbre de salir a dar paseos con su cochecito, prácticamente todos los días. A mí me hace bien porque me despejo un poco y adopto una sana costumbre (¡me encanta caminar!), y está bueno para él porque cortamos un poco con el encierro del departamento y le permitimos recibir estímulos tempranos que contribuyen a su desarrollo.
Hasta acá todo muy lindo. El problema son las callecitas de Buenos Aires, que tienen ese no sé qué:

–          Veredas rotas. Todas.

–          Semáforos que no andan. Muchos.

–          Ciudadanos malintencionados que estacionan sus vehículos sin respetar la senda peatonal ni la rampa para discapacitados.

–          Gente que se pasea con sus perros dejando las veredas regadas de todo tipo de decoración, sin mencionar la cantidad de irresponsables que andan con sus tremendos perrotes sin ningún tipo de correa bozal, ni nada de lo que exige la ley.

Honestamente, el tema veredas rotas y semáforos descompuestos ya me tiene resignada. Uno se da cuenta de la verdadera gravedad cuando se encuentra en situación especialmente vulnerable (salir a pasear con mi bebé, me hace sentirme así).

Pero al tema de respetar las sendas peatonales y rampas, todavía no me adapto. Y vivo peleándome con taxistas que las usan para ascenso y descenso. Además, ya hice unas cuantas denuncias contra autos estacionados obstruyendo las rampas y/o las sendas peatonales (por suerte hay un procedimiento que permite, con todos los datos completos, canalizar la denuncia por correo electrónico).

Tema perros, me da asco y pánico. Me indigna la arbitrariedad con que los dueños deciden si sus perros son o no peligrosos. Hay una ley, la misma estipula claramente las condiciones, y nadie la cumple. En mi barrio hay un rottweiler y un ovejero alemán que, si se cumpliera la ley, no tendrían por qué andar sueltos. Y la verdad es que no tengo ganas de arriesgarme a que un día se rayen y salten encima de mi bebé. No debería ser yo quien se pelee con estos dos dueños maleducados.

¿Seré la única que sufre por estas cosas, o será que ya estamos muy acostumbrados a que todo el mundo haga la suya sin pensar en nadie más? Y noten que ni hablé en detalle de los problemas (obvios) que genera encontrarse con las veredas regadas de mugre sanitaria. “Tu perro, tu caca”.

Me pregunto cuándo será el día en que empecemos a respetarnos todos, comenzando por las pequeñas cosas cotidianas.

You may say I’m a dreamer” (John Lennon)

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