Apuntes de una rookie mom

Mamá de varones

Joyride

Tarde pero seguro, voy a relatar nuestra experiencia en un nuevo viaje familiar, con los dos pequeños. Esta vez fuimos un poco más conservadores que otras veces y planteamos un viaje simplificado: un sólo destino y menos días. Nos fuimos unos días a NYC.

Realmente fue una gran experiencia. Los viajes son complejos, y con niños pequeños más, pero no cambio ni un minuto del placer que me dio poder compartir con mis nenitos la bitácora.

Este post es más sobre recursos y herramientas que sobre el viaje en sí. Esto vendría a completar el post de otro viaje que habíamos hecho con Alvarito bebé.

  • Siempre que sea posible, lo ideal es sacar vuelos directos. No siempre se puede, pero viajar sin escalas es lo más cómodo. Los carritos (dos en nuestro caso) se despachan en la puerta justo antes de embarcar. Esto se coordina al momento del check-in. Tener en cuenta que si el carrito es de más de una pieza hay que etiquetar cada una de las partes porque a la bodega lo llevan desarmado. En esto, desde que viajamos con carritos tuvimos de todo: aerolíneas con menos voluntad de dar esta facilidad, y otras aerolíneas que al contrario, facilitan el tema para las familias. Con Aerolíneas Argentinas nos fue más que bien. De hecho en el vuelo de ida nos devolvieron los carritos en la puerta del avión. De nuevo, esto depende de la aerolínea y del aeropuerto.  No olvidar, sea cual sea la aerolínea, si se tiene alguna necesidad especial en cuanto a comida. En mi caso cuando compré los pasajes todavía teníamos el problema de la APLV, así que tuve que hacer gestión especial.
  • En cuanto al hospedaje, sigue siendo válido, ahora más que nunca, la necesidad de alquilar departamento o alojarse en apart en lugar de hospedarse en hotel. Se necesita contar con ambientes diferenciados porque cada miembro de la familia se duerme y se despierta en distintos horarios. Además, está bueno que los nenes puedan hacer al menos desayuno y cena hechos en casa y en un ambiente distendido. Gervito todavía está amamantando, pero para Alvarito es muy bueno poder darle comidas caseras a la noche. Justo cuando estaba en la búsqueda me recomendaron Trivago, que compara las ofertas de un montón de sitios de alojamiento. Otra cosa que es importante es la locación. No es tan importante que el lugar sea céntrico o bien ubicado en cuanto a lugares turísticos. Lo más importante es que el barrio sea tranquilo para ir y volver con los niños, y que esté bien conectado si se va a usar transporte público. Si se va a usar auto, chequear que el barrio no sea un enjambre y que tenga buen parking.
  • Simplificar el equipaje. Llevar sólo lo indispensable y reducir al mínimo la cantidad de bultos. Marian llevó una valija pequeña con su ropa y la de Alvarito, y yo llevé otra valija pequeña con mi ropa y la de Gervito. Por las dudas, llevábamos otra vacía adentro.
  • Las necesidades básicas de bebés y niños pequeños son más o menos las mismas en todos lados, así que no se justifica cargarse mucho con pañales y esas cosas. Por más que haya diferencia de precio no vale la pena la complicación de llevarse demasiado desde acá.
  • Nos pareció super importante la estrategia de tener identificados de antemano los factores que causan ansiedad en Alvarito, y llevar varios recursos para poder ayudarlo y contenerlo. Le llevamos los muñecos con los que hizo apego, la tableta y la compu con muchas aplicaciones y videos cargados, y papel, lápices y marcadores de colores. Estas cosas fueron la clave para poder superar momentos complejos como las esperas, el cansancio, el sueño, la ansiedad.
  • Planificar los paseos en función de los niños, y no al revés, es crucial. Nuestros días transcurrían en giras de plazas. La verdad es que las cosas para nosotros las intercalábamos, y muchas las reservábamos para los horarios en que se suponía que ambos iban a estar dormidos en sus carritos. Así fue que conocimos las plazas del Central Park, porque arrancábamos todos los días en una distinta y desde allí armábamos los paseos del resto del día.
  • Prever que el bebé no va a estar a gusto si pretendemos tenerlo todo el día en el carrito. Llevar varias opciones: carrito, marsupio y upa en combinaciones que no siempre van a ser óptimas (hubo momentos en que Gervito quería estar todo el tiempo en brazos así que había que llevarlo a él a upa y arrastrar el carrito).
  • Difícilmente se puedan concretar los planes tal cual se armaron, porque en el medio los niños van pidiendo y reclamando espacios. Esto significó darnos cuenta de armar una pequeñísima lista con los imprescindibles, y resignar todo aquello que no se pudiera hacer si no se encontraba la oportunidad. La negociación es de a cuatro. Ellos tienen tanta voz y voto como nosotros. Nuestra idea es que sigan disfrutando viajes en familia, y no que los vivan como una tortura.
  • Relajarse con las obsesiones. No tiene sentido cargarse con un montón de presiones y ansiedades, si lo que se pretende es disfrutar. De vacaciones la verdad es que las estructuras rígidas no funcionan, así que estar dispuesto a que los horarios no se van a cumplir, a que el horario del baño de los niños tiene que ser flexible y lo mismo para las comidas. De regreso a casa las cosas se vuelven a acomodar rápidamente, no temer.
  • En el mismo sentido, consentirlos y malcriarlos también es un buen plan. Son pocos días al año en comparación con las agendas que nuestros niños ya tienen desde pequeños.
  • Saber que las necesidades de los adultos pasan al último plano. Guste o no. Es la única manera de que los niños no sufran las vacaciones y las puedan disfrutar.

Fue muy lindo compartir estos días todos juntos. La posibilidad de estrechar aún más el vínculo familiar es irrenunciable. Y, por supuesto, llegar de regreso a casa fue un placer.

«Travel east, travel west, after all home is best».

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Cada uno tiene su ‘acá’

La anécdota es mínima: hace mucho tiempo iba caminando por la calle con una compañera de trabajo y nos encontramos con un conocido de ambas. Cuando nos preguntó «¿Cómo andan?», esta compañera dijo en un tono un poco lastimoso «Acá», a lo que él, con un tono muy conciliador y amable contestó «Es así, cada uno tiene su ‘acá'».

Esa frase me quedó grabada para siempre. Cada uno tiene su ‘acá’. La asocio con muchas cosas, pero especialmente al tamaño de los problemas.

Lo cuento porque en esto de maternar cada familia enfrenta sus problemas y desafíos. Cotidianos y de los otros. Temas de logística, temas familiares, temas de salud, elecciones, decisiones, renuncias, sacrificios. Un mundo. Gigante. Enorme.

Gigante, sí. E imposible de comparar con todos los otros mundos. El dolor de panza de mi hijito no se compara en nada con el dolor de panza del tuyo. La adaptación de mi nene mayor no tiene por qué ser la misma que la del tuyo.

El punto es que cualquier problema, mínimo, pequeño, mediano o enorme que afecte a nuestros hijos, nos devasta. Nos destroza. Nos rompe el sistema nervioso.

El gran derrotero que empieza desde que se tiene el Evatest en la mano es impensable. Y escuchás a otras mamás que están en la misma que vos y no lo podés creer. No soporto que me cuenten lo que les pasó a otros nenes. Me duele la vida.

El sábado Alvarito se pegó su primer chichón en la frente. El primero de su vida. Me miró con cara de «No puedo creer esto, no sabés lo que me duele» y automáticamente se puso a llorar desconsoladamente. Después se le pasó comiendo pizza, y 2 días después a mí todavía me duele de sólo verlo.

Siempre hay una primera vez. Comenzó la temporada de los chichones.

la foto (8)

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Oops, I did it again

Quien alguna vez haya tenido que lidiar con alergias alimenticias va a saber de qué vengo a hablar. Es una misión tediosa, y prácticamente imposible, reducir a cero al exposición a los alergenos.

Vivimos en un mundo industrializado. Es obvia la afirmación, pero no siempre tenemos conciencia de las implicancias.

Estamos todos involucrados muy activamente, no estoy sola en este tema. Toda la familia está pendiente de lo que puedo y lo que no puedo comer para que el pequeño G no quede expuesto a la proteína de la leche de vaca. En mi casa, en casa de los abuelos, todo el mundo está embarcado en la epopeya de que yo no coma nada que pueda afectarlo por su APLV.

Y sin embargo, cada tanto hay algún desliz. No es que me olvide y me coma un yogurth. Es que realmente el mundo es una enorme vaca lechera, y aun lo que no contiene leche puede haber sido elaborado en máquinas donde se hayan procesado lácteos.

Tengo opciones seguras. En horario de almuerzo voy a un fast food vegano, así que me siento muy confiada en que no voy a tener problemas. En casa casi nunca estoy expuesta, salvo que de algún producto impensado nos olvidemos de leer la etiqueta (puf!). El tema es ir a comer fuera de casa. Aunque sea en familia. Es muy difícil entender el concepto de trazas, por lo que aun cuando me juren y perjuren que no usaron manteca, queso, bla bla bla, siempre piso el palito. ¡Aun cuando me preparan comida especial!

Lo que me angustia sobremanera es que cada nuevo episodio es mil veces más violento que el anterior.

A través de la leche materna se recibe el 1/1000000 (es decir, una millonésima parte) de las sustancias que consume mamá, así que no puedo imaginarme lo que va a suceder cuando mi pequeño G comience a incorporar alimentos.

Por supuesto que  para él ya tengo vajilla exclusiva de toda exclusividad. Por supuesto que se supone que yo voy a tener control absoluto de lo que vaya a comer. Pero la verdad sea dicha: la cercanía de la etapa de la vida en que los bebitos comienzan a comer sólidos no me ilusiona. No quiero que llegue ese momento. No puedo soportar el monstruo de cuatro cabezas que nos acecha y que ya está a la vuelta de la esquina.

Ni Baby Lead Weaning, ni Carlos González, ni nada. Nada puede salvarme.

Así que mis estimad@s, por esta vez, en lo que se refiere al pequeño G, que el niño no me coma, por favor.

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