No sé cómo decirlo. Me van a trollear 5′. Hasta que salga algo más jugoso sobre conventillo de turno.
Me inspira cero el Día de la Madre, este año, en formato público.
Porque me duele. Porque sufro. Porque todos los casos que se conocieron últimamente son de una atrocidad tan grande que es indecible. Porque tienen voz y voto, en todo el mundo, seres no-evolucionados que todavía sienten la libertad de decir y hacer barbaridades predatorias contra el prójimo por el sólo hecho de ser mujer, o inmigrante, o lo que sea que consideren «inferior».
Porque entonces noto que es el mundo el que no evolucionó, no sólo el macho alfa que te tenes que bancar en el laburo diciendo barbaridades, no sólo una secta vernácula con ruleros y bastante tiempo de sobra malgastado en destrozar en masa a la víctima de turno.
Porque noto que a veces puede haber más machismo en ciertos pseudo-feminismos que sólo buscan preservar lo que sucede desde tiempos inmemoriales: que nos sintamos inferiores. Que al sentirnos inferiores pretendamos menos. Que al pretender menos, nos conformemos. Que al conformarnos, destrocemos a la que se atreve a ir por más. Que a la que se atreva a ir por más, la tildemos.
De lo que sea. De lo que la haga lucir culpable. De lo que revierta la carga de la culpa.
Culpa que en la tradición judeo-cristiana hace las veces de regulador para-estatal.
Día de la Madre, un cazzo.
No, gracias.
No nos maten. No nos usen. No aleguen que los usamos. No nos prostituyan pero tampoco nos busquen por guita.
No se crean con derecho a controlarnos. No son dueños de nuestros cuerpos, mucho menos de nuestras vidas.
Y si alguna de nosotras legítimamente les hace semejante regalo es porque quiere, o porque puede, o porque no le queda otra. Pero no es extensiva a todas las demás: que cada una elija qué lugar ocupar, como cada uno de ustedes elige cómo actuar su papel de pelotudo.
Igualennos. Córranse. Entiendan que el cromosoma ese distintivo es al cuete: no somos ni mejores ni peores. De tan diferentes, tenemos los mismos derechos.
Así que no tengo ganas de declarar «Feliz día de la Madre» así, al aire, generalizadamente. Porque valemos menos, nos pagan menos, volamos más bajo. Guste o no.
Estar en edad fértil es bancarse que una frienemy disfrute la humillación de que «parezcas» embarazada, y otra menos friend y más enemy se muera de ganas de que te falle el DIU, sólo por el placer del cotilleo. Otra, que te cuestione tu edad fértil para darte un puesto; y otra, que te ruegue que no te embaraces.
No sé. No me siento muy «feliz día» este año con todo lo que viene pasando hace tantos años.
Me siento re madraza en casa, con lo que pretendo enseñar y con lo que recibo. Con el equipo que armamos y la democracia que construimos. Con los pequeños sacrificios de cada día y con las grandes epopeyas.
Con la felicidad que tanto trabajo nos da alcanzar y preservar.
Mi día de la madre es un hecho privado, porque públicamente las noticias no nos dan muchos motivos para festejar.