Repentino. Impredecible. Tristísimo. Difícil. Miles de cosas se me ocurren.
El viernes pasado al levantarme lo vi: Albertito, nuestro gato menor, amigo de todos los niños, la alegría del hogar, se desplomó intentando llegar al cuarto de mis niños para hacerles mimos al despertar, como cada mañana.
Tengo flashbacks, pero eso es todo lo que recuerdo. Lo tuve a upa un rato y noté que había perdido mucho peso. Recuerdo que recordé haberlo alzado hacía dos días y seguía siendo el gordito simpático de siempre.
Rápido. Muy.
Me fui a trabajar. No hay licencia por mascota enferma, así que fuera lo que fuera tenía que encararlo en una visita al vet al volver. Sin embargo llamaba a casa a cada rato y a las 15: 30 la situación no daba para más: hacía un rato largo que el gatito estaba echado en el balcón y su hermano Totón no dejaba de mimarlo.
Volví a casa corriendo y adelanté la visita al vet para escuchar lo inescuchable: estado comatoso. Diagnóstico más probable: falla renal total. En español, por favor: riñones colapsados.
Lo que siguió fue la historia de un gatito que recibió todo el amor del mundo en sus últimos días: atención médica, internación domiciliaria, mimos de toda la familia, análisis de laboratorio, ecografía, antibiótico, cuidados, calorcito. Y fe. Mucha fe. Una probabilidad del 1% era más que cero. Era suficiente para estar con él todo el tiempo que él necesitara.
Se fue en paz. Se fue acompañado. Amado. Mimado. Cuidado. Se fue. Tuvo su velorio. Se fue.
Álvaro todavía quiere convidarle gelatina. Gervasio todavía lo busca por la casa. Yo todavía no me acostumbro a que no esté. Marian ya entendió que no está. El Totón lo llora por todos los rincones.
Su mal aliento, sus travesuras, sus mimos, su ronroneo, sus ganas de estar con nosotros, sus celos de hijo menor desplazado. Los 10 años que nos regaló.
Fue. Se fue.
A mí como a Alvarito todavía me pasa ponerme a llorar cuando estoy frente a algo que a él le gustaba. A mí como a Gerva todavía me pasa buscarlo, a mí como al Totón me pasa que lo lloro por todos los rincones. Pero tuve oportunidad de estar con él, de acompañarlo, de cuidarlo, de darle amor, y de velarlo. Así que a mí como a Marian también me pasa saber que ya no está.
«So take the photographs, and still frames in your mind
Hang it on a shelf in good health and good time
Tattoos and memories and dead skin on trial
For what it’s worth it was worth all the while
It’s something unpredictable, but in the end is right,
I hope you had the time of your life»
(Good Riddance – Greenday)
Abrazos y cariño para toda la familia y la certeza de lo bien vivido, los ronroneos compartidos y los años de amor.
que tristeza, entiendo lo dificil que es. te mando un fuertisimo abrazo, y que duren siempre los recuerdos de los momentos compartidos.