Poquitos días antes del inicio de clases tuvimos la entrevista con las maestras de la salita, y el mismo día pero a la noche la reunión de padres. Estábamos todos con una ansiedad tremenda. Todos padres chochos con el inicio de la escolarización formal de los pequeños. Unos cuantos eran segundos y hasta terceros hijos.
En un momento, hacia el final de la reunión, nos dieron a cada uno un vagón de tren recortado en cartulina donde teníamos que escribirle un mensaje a nuestros hijitos. Ese mensaje, nos dijeron, sería el que marcaría la presencia de sus papás dentro de la salita. No había más consigna que esa.
«Nunca dejes de sonreír», le pedimos a Alvarito en ese vagón de tren. Casi como una plegaria. Casi como un rezo.
Ayer estaba con el pequeño G en uno de esos tantos momentos de intimidad mamá – bebé, y se la pasó sonriéndome. Y lo pensé otra vez. «Nunca dejes de sonreír», le dije.
Y ahora tengo un nuevo mantra. Nunca dejes de sonreír.
Que lindo mensaje Lu! ♥
Mi «mantra» al volver de la licencia por maternidad fue «niente senza gioia» que va por el mismo lado. Buen mensaje para Alvarito!!! ojalá que siempre tenga motivos de sobra para sonreir