Siempre me parecieron unas soberbias estupideces todos los clichés que dicen las malas lenguas sobre la maternidad. Que te volvés más emotiva y conmovible, que te suavizás, que aprendés a ser más flexible y tolerante, más caritativa. Que aprendés a respetar más al prójimo bla bla bla. Siempre sostuve que son condiciones que se tienen o no se tienen. Para bien o para mal. No por madres nos transformamos en Santa Teresa de Calcuta, no? Bah, creo yo.
Sin embargo, algunos lugares comunes sí existen. En mi caso, no soy menos cabrona por madre. Lo mamá no me quitó lo inflexible. Alvarito no iluminó mi personalidad con un aura de suavidad. Pero sí es cierto que ciertas cosas me llegan más: me emocionan más, me lastiman más, me conmueven más, me duelen más. O de otra manera.
Ejemplo: ayer como una tarada me super emocioné cuando William y Kate salieron públicamente a mostrar al royal baby. Tuve que hacer tanta fuerza con los ojos para no llorar que me dolía la cara. Qué salame.
Pero definitivamente lo que me mata son las cosas que les pasan a otras mamás. Si no las conozco, no me duele por ellas, sino por el chiquito o chiquita que las necesita. Pero si las conozco se me parte el alma, se me desintegra y paso muchos días hecha pelota.
A vos que seguramente estás leyendo, te dedico estas líneas y mis mejores deseos. Te prometo estar con vos con todas mis fuerzas, y te juro no soltarte la mano. Te digo que sepas que al pasar tiempo en la misma ciudad también hay recursos con los que podés contar, como acompañarte a lugares, cuidar a tu niño, salir juntas a despejar tu mente o darte mis hombros para llorar. No estás sola. Yo estoy con vos.
Y si no estás leyendo, no importa porque igual ya lo sabés.
es increíble cómo duelen los hijos ajenos… El cuarto párrafo me reflejó completamente, y ya me siento menos sola en eso.
Muy lindo Lu…comparto 100%
🙂
bien dicho Lu… comparto tus palabras.
ya te lo dije, pero… «ay, que linda…» 🙂
ya lo dije pero …. «ay, que linda…»
🙂