Nunca viví como algo especialmente traumático el hecho de que mi mamá trabajara todo el día. Ni siquiera por el hecho de que en la primaria yo era la única entre todos mis compañeros.
Mis amiguitos me invitaban cien mil veces a sus casas y siempre estaban sus mamás para atendernos. Mamá jamás tuvo la posibilidad de organizarnos esos programas. Hasta tal punto que a veces cuando yo le decía «Mami, Pepita me invitó a tomar la leche a su casa», mamá me decía «Otra vez no. Pensá que nosotros acá no podemos recibirla porque yo no las puedo atender. Dejemos que pase un tiempo». Ella siempre decía que bajo protesta ella se bancaba dejarnos a nosotros con la señora que nos cuidaba, ni se le cruzaba por la cabeza dejarnos además con invitaditos de honor.
Crecí con esto, y nunca me molestó, porque lo vivía como la realidad que me tocaba. Mamá tenía que trabajar, no es que se pasara la tarde en el té canasta con sus amigas. Sí me sentía como la invitada que nunca invitaba. Esto se prolongó también en el secundario. En la época de trabajos en equipo, fiestas, programas, etc., yo siempre era invitada a la casa de mis amigos pero jamás tenía la posibilidad de invitar yo.
Supongo que debe ser por eso que ahora de grande me transformé en una gran anfitriona. Me encanta armar programas en casa, invitar a todo el mundo y ocuparme especialmente de recibir. Pero me estoy yendo de tema.
Resulta que hay una mamá en el kinder que tiene una enorme capacidad de contactar a la gente, tender puentes y organizar cosas. Y no es que le sobre tiempo porque también trabaja. Con horarios un poco más flexible, es cierto, pero no cambia la cosa.
La cuestión es que esta chica se ocupó de armar la lista de mails, de organizar el sistema de juntada de $$ para los cumples (con lista de fechas incluida), de comprar los regalos, y como si fuera poco se ocupó de las vacaciones de invierno.
Contactó a uno de estos grupos de jardincitos rodantes, y nos ofreció sumarnos a todas las que quisiéramos, para que en el mismo horario del kinder estas dos semanas los chicos fueran a su casa a una «colonia de invierno» armada especialmente a nuestra medida. Todo nos está saliendo de maravillas, y la cuestión es que todas las mañanas este hogar con toda su estructura está a nuestra disposición.
Yo no tengo ni tendré esa capacidad (aun si me lo propusiera). Tengo otras capacidades. Muchas. Pero no esa. Y lo que me doy cuenta por estos días es que tampoco tendría forma de hacerlo. No cuento con mañanas libres (fijas y consecutivas) para recibir 5 pibitos, dos maestras y ocuparme de toda la organización.
Y sin embargo ahora sé que me estoy mintiendo a mí misma, porque esta chica tampoco. No es que está al cuete en su casa esperando que llegue cada uno de nuestros niños. Tiene sus horarios, sus compromisos, sus rutinas. Y tiene la capacidad.
Lo que me planteo es que al fin del día su nene se está beneficiando de algo increíble, que es la posibilidad de recibir a sus amiguitos en su casa. Hoy no los elige, estamos todos invitados, pero el día de mañana va a comenzar a elegir a quién invitar y su mamá tiene la capacidad de abrirle las puertas.
Tengo que aprender eso, que es lo que a mí me faltó. Tengo que encarar algunos de los temas que le quedaron pendientes a mi mamá.
Recién ahora me doy cuenta de lo importante que es. Al fin y al cabo no hay nada más lindo que poder construir un hogar que sea inclusivo de tus hijos y sus respectivos mundos.
Hola Lü, yo tampoco invitaba. Mi mama laburaba, además no le gustaba recibir gente. Por eso desde que Sofi va a salita de dos, invito siempre amiguitos a casa. Ademas todos los finde invitamos a amigos a casa a comer. Creo que en mi parte no quiero repetir historia….
Escribir esto me ayudó a dar cuenta de que se trata de un tema más común de lo que yo pensaba. Siempre creí que todo el mundo invitaba menos nosotros.
Es super lindo recibir amigos en casa.
Besote, Mery!
Ja…a mi me pasó al revés…Mi casa siempre fue el centro de encuentros y somos cuatro hermanos!! Más los amigos de mis viejos…colchones por todos lados, 20 personas girando un finde. Ahora soy muy recia, chinchuda y encima soy muy mala anfitriona. Capaz ni me doy cuenta de ofrecer un vaso de agua…ja. La única regla general que tengo es: en mi casa nadie hace nada y yo no hago nada en las de otros. El que venga a mi casa se queda sentado, ni la ensalada dejo hacer. Salvo con los íntimos íntimos amigos. Peleas eternas con mi vieja y mi suegra que quieren meter mano siempre.
¡Yo aplico la misma regla! Y me pasa que el que no me conoce bien me mira con cara de traste si no muevo un dedo cuando me invitan, pero después se dan cuenta que cuando recibo hago todo yo.
Con mi mamá no tengo conflicto porque casi no me visita (ni yo a ella), y con mi suegra tampoco porque ya conoce mi política.
Besote!
Yo no invitaba porque no quería. El ambiente en mi casa no era el más saludable para tener amigos (ya lo conté una vez en el blog de Angulita). Ahora me gusta mucho organizar grandes encuentros en casa, que Feli invite amiguitos a jugar. La casa que nos estamos construyendo es pensada para recibir gente. Leyendo los comments veo que estamos todas en la misma, distintas razones por no recibir de chicas pero igual presente. Buenisimo lo que hace esa mujer.
Típica situación en que uno comparte algo que arrastra desde la niñez y se da cuenta de que no estamos solos, no?
Besote!
A mi me gustaba mas ir a Casa de amigas que recibir gente. Me copaba irme a dormir afuera, o a pasar un finde a alguna parte. Irme de vacaciones incluso con otra familia, no tenia problema. Hoy es al revés. Me encanta que venga gente, planear, organizar, cocinar… No lo hago seguido, quizás por eso me guste hacer tanto revuelo cada vez que pasa.
Mirá vos. A mí me comenzó a generar incomodidad la situación de «deuda» en que mamá me había planteado las cosas, y así comencé a sentirlo.
No me imaginaba que alguien podía preferir esa situación. Está re bueno poder compartir con otros estas cosas viejitas, para desempolvarlas.
Besote!
Me paso leyendo tu post que nunca me había planteado porque… Y la verdad es que mi vieja también laburaba todo el día, quizás por eso me copaba ir a casa de amigas, ambiente más hogareño.
Yo no invitaba porque mi vieja laburaba también!, pero en sus tiempos libre ni a sus propios amigos invitaba, mi casa no era una casa «de encuentro» y leo tu popst y tengo una revelación….Hoy mi casa no es la más grande a comparación de la de nuestros amigos, pero he metido 17 en el 2amb, cocino para todos y lo disfruto enormemente…no es un dato menor que busque deptos con parrila y patio o una casa con quincho…..
¡Viste! Es impresionante lo reaccionarios que somos a ciertas cosas, aun inconscientemente.
Besote!
que genial lo que hace esa mujer! me identifico con lo que contás porque mi madre nunca fue buena anfitriona. no quería que invitemos amigos de vaga, no porque laburaba, y eso fue algo que no me gustó para nada. en la adolescencia cambió y disfruté mucho de compartir mi casa con mis amigos. está bueno pensarlo para no repetir con nuestros hijos
Qué loco cómo hay cosas que tomamos como dato y ahora nos tenemos que replantear.
Besote!