Mi infancia fue feliz. Muy feliz, por cierto.
En cambio mi adolescencia fue pésima. Horrible. Lo pasé muy mal, me enfermé de algo muy feo, y me costó mucho salir. Amé todos los lugares en los que estuve, pero algunos me hacían daño, otros eran nocivos, y otros me hacían bien pero entonces no me daba cuenta.
Con el tiempo me fui (huí) de casi todos.
Los veintipico no fueron mejores ni más fáciles. Estuvieron marcados por una profunda desesperación por superar mi enfermedad (y mi adolescencia en general) más el enorme esfuerzo que me demandó llegar a donde quería llegar.
Me recibí, me casé, me divorcié, me ascendieron varias veces, formé nueva pareja y cumplí los 30.
Adoro a los amigos que me quedaron de cada una de esas etapas, y no tengo ningún rencor contra los que, por las razones que sean, fueron quedando en el camino. Lo que mejor aprendí es que hay lugares en los que yo no tengo que estar.
Y ese hoy es mi lema. Los treintipico me encuentran en un lugar que yo construí ladrillo por ladrillo, y tengo la vida que quiero. Finalmente me amo, amo lo que soy y lo que podría ser. Y sé muy bien lo que no quiero ser.
A los 33 me volví a casar, a los 36 fui mamá por primera vez, y los 38 me van a encontrar panzonísima cerca del nacimiento de mi segundo hijo.
Pero algo odio de mí: me juré que nunca más me iba a hundir en una crisis. Que nunca más me iba a permitir sufrir. Que nunca más me iba a mostrar vulnerable ni débil.
Hasta que el día en que fui mamá se suponía que debería atravesar una etapa llamada puerperio. Al tacho mi super yo, mi estrategia de supervivencia y chau a los lugares que me daban cobijo.
Olvidate, me dije a mí misma. Ni se te ocurra. Adelante con tus obligaciones, a cubrir el descubierto en el banco, a presentarte en la audiencia que estaba programada, a ocuparte de tu casa, de tu cuerpo, de tu imagen y de tu decoro personal.
Así que no viví mi puerperio: lo atravesé.
No sé qué puerperio voy a tener con este chiquito, pero sí sé que puedo vivirlo. Si pudiera pedir un deseo, quisiera aprender a registrar mis sentimientos sin hacerme pelota. Sin reventarme contra la pared, pero sin mentirme ni disfrazar mis emociones. Levantar la coraza por un rato y por un par de meses ser un poco más humana.
Y no morir en el intento, claro.
[…] un tiempo conté acá que no tengo mucha capacidad para enterrarme en los puerperios. La realidad es que soy uno de esos […]
Que bueno poder decir amo lo que soy con tanta seguridad y con esa misma seguridad que bueno que va a ser permitirse ese cacho de vulnerabilidad, correr un poco esa coraza, que claramente no te hace menos humana…
Te lei varias veces, siempre en mute, hoy te escribi…mas que nada para mandarte un abrazo virtual y una sonrisa…
Adelante!
BESOABRAZOSONRISA!
¡Qué amorosa! Gracias por estar ahí.
Besote!
Que lindo reinventarse y nacer nuevamente desde los dolores, aprendiendo, sabiendo lo que no queres que vuelva a suceder….
Que lindo que te abras a poder contar como podes cada día seguir con los sinsabores a cuestas, pero pudiendo, siempre pudiendo.
Te quiero!
La clave, para mí, fue reinventarme pero desde la base de mi propia esencia. Trato de no mentirme con los hechos que me trajeron a mi presente.
Todo se puede, no?
❤
Besote, queen!
te leo desde casi el principio lu y cada día que pasa, cada post, cada minuto en que te adentrás más en la maternidad, ahora que te crece de nuevo la panza, siento que tu coraza se va fragmentando. no sé qué te pasó en la vida, pero me dolió leerte, y siento que te conozco más que antes, que cada una es un mundo en sí mismo, y que al final la vida es una-corta-bella y está genial soltarse y despeinarse. sos una luchadora, jamás podrías quedarte en el intento. LOVE YOU
Mirá, publiqué esto un viernes a propósito, porque sabía que no me iba a ser fácil procesar mis propias emociones. Pero te juro que tu comment me sacudió todavía más que el proceso de escribir el post.
Te quiero, querida, gracias por estar siempre ahí.
Besote!
Me siento tan identificada, espero llegar a los treinta como vos, recién estoy todavía en los veintipico.
Te quiero Lu! Lo mejor para vos 🙂
Todo llega, Car… La paz también.
Besote!