Desde el mismísimo día en que nació Alvarito, mucha gente preguntó «para cuándo el segundo». Creo que la gente no puede evitar hacer preguntas de este tipo, pero ese es tema para otro momento. Mi respuesta, sincera por supuesto, era siempre la misma: vivía como una traición muy grande hacerle semejante maldad al pobre Álvaro. Confieso que en un punto lo sigo sintiendo igual.
Cuando analizábamos con Marian la «oportunidad y conveniencia» de embarcarnos (porque así somos, lo analizamos todo), uno de los conceptos más repetidos era un dilema que los dos sentíamos al mismo tiempo. Puedo resumirlo más o menos así.
Tuvimos un embarazo perfecto, Álvaro es un sol que jamás nos metió en grandes complicaciones, yo tuve una recuperación muy rápida y un puerperio tranquilo y pudimos estructurar nuestro hogar de la forma que queríamos para que todo funcione en paz y armonía. ¿Era realmente necesario tentar a nuestra suerte con una segunda experiencia? ¿No era mejor seguir disfrutando la vida tranquila y organizada que teníamos? ¿O, por el contrario, el hecho de que todo sea tan perfecto era suficiente razón para animarnos a más? Bueno, no tuvimos respuesta a este dilema, pero sí las consecuencias saltan a la vista en cada ecografía.
Contrariamente a lo que yo esperaba de mí misma, este embarazo me encuentra más involucrada. No sé si la palabra está bien elegida, pero no encontré una mejor. En mi primer embarazo realmente me ocupé con meticuloso celo de todos los cuidados necesarios, estudios, vacunas, análisis, etc.. Y era esperable que en este segundo embarazo la cosa fuera igual. Y lo es. Pero a nivel emocional, en el 2011 me ocupé mucho más de mantenerme a mí misma en los lugares que pretendía seguir ocupando (profesión, negocios, pareja, finanzas) que de la transformación que se me venía. De hecho no se puede decir que en sentido estricto yo haya «vivido» mi puerperio, sino que lo «atravesé».
Y la transformación, a pesar mío y de forma innegable, llegó. Hoy este embarazo me encuentra «mucho más mamá». Cuido más mi cuerpo, descanso más, me doy más espacios, tengo más registro de lo que me pasa al respecto, y hasta de lo que le pasa al Doc.
Por ejemplo, recién ahora descubrí que, por definición, los papás «entran» al embarazo mucho más tarde que nosotras. Necesitan ver la panza. O sentir las patadas. O no sé qué es lo que necesitan, pero como yo todavía no acuso ningún cambio noto que el Doc SABE que estamos embarazados, pero todavía no se le hizo piel. Hacemos todo lo que tenemos que hacer, nos ocupamos de todo lo que nos tenemos que ocupar, pero yo estoy mucho más embarazada que él.
Otro tema que estoy analizando desde ahora es que en la espera de Alvarito nos habíamos preparado para parto normal, y por esas cosas que algunas vez conté terminé en cesárea. Tengo claro que ahora quisiera prepararme nuevamente para parto normal, y dejar nuevamente que sea lo que tenga que ser. Tendré que tener una conversación con el obstetra para analizar mis posibilidades, aunque nada del primer embarazo / parto, por como sucedieron las cosas, estaría condicionando el segundo. Sólo que yo estoy más grandecita, pero no creo que sea nada del otro mundo ser mamá por segunda vez a los 38 años.
La comparación entre ambos embarazos es inevitable, y me imagino que luego va a ser inevitable la comparación entre ambos hijos. Es la ley de la vida, supongo. Lo que me cuesta creer hoy, y sé que no soy la única, es que exista en este mundo la posibilidad de amar a mi segundo hijo de la forma infinita e incondicional en que amo a Alvarito. Sé que una vez que nazca el nuevo baby este fantasma se va a desintegrar solito, y sé que es natural que esto se viva así. También es ley de vida, no?
¡Que linda noticia Lu! Creo que el tener una tan buena experiencia de la maternidad fue el empujón para que los cuestionamientos a la armonía del hogar quedaran de lado. Date tiempo para disfrutar cada instante sin preocupaciones que podés superar por no ser primeriza. Hablo desde lo médico, hasta lo estructural de como va a seguir tu rutina. Cada embarazo es único, cada bebé es distinto, y vos estás también en otro momento.
Qué lindas palabras, Emi. Creo que eso es justo lo que necesito incorporar.
Besote!
Todas las mamas que escuche sienten eso de la culpa con el segundo….
No lo he experimentado porque de echo aun trato de plantearme el echo de que voy a amar mas de lo que amo a mi marido hoy y eso me conflictua!
Creo que se da distinto, en tiempos distintos y formas distintos, cada experiencia es inigualable y unica.
Disfruta de tu hermosa familia!
Quedate tranquila que el amor de madre es abrumadoramente diferente al amor de mujer esposa / novia / amante. Nada cambia ese amor (sí la dedicación, obviamente). Lo importante es que funcionen como equipo y se apoyen mutuamente.
Besote!
Espero poder funcionar! m uchos pudieron, porque no, nosotros?
Recuerdo ir a comprar pintura para una hamaca que le regalaron a S. y la chica de la ferretería me dice «bueno, la hamaca es de dos para que juegue con el hermanito» a lo que yo le respondí «no gracias, recién tiene 5 meses y es para que juegue con el primito por siempre» 🙂
Besos!
¿Por qué será que la gente no puede evitar ser taaaan indiscreta?
Besote!
Qué razón tienes!
la vida se va a poner más linda! quizá te despeina más y al doc también y ni hablemos a Alvarito, que va a ser un hermano de lo más maravilloso, no lo dudo.
Usté siempre tan dulce. La momia gelificada que vivía en mí me abandonó, y ahora hasta tengo sentimientos y temores.
¡Gracias por tus palabras!
Besote