Anoche después de acostar a Alvarito, en la sobremesa con el Doc nos pusimos a buscar unas fotos viejas rememorando un viaje, y de golpe, sin siquiera pensarlo, nos topamos con una carpeta llena de fotos sacadas desde el día del nacimiento de nuestro bebé.
Se me estrujó el corazón. Por primera vez sentí algo de lo que todo el mundo habla: crecen rápido. Fue algo feroz, mi bebé hoy es mucho más grande que ese bichito tan chiquitito que llegó a nosotros con sus 2,938 kg.
Qué increíble, no? Estos niños llegan a nuestras vidas, se instalan en ellas, y hacen que ya ningún día pueda ser igual a otro.
Mismo ahora escribo esta entrada con los ojos húmedos. Pido a Dios que no se me olvide jamás cada uno de los nanosegundos de su existencia.
¿Qué opinás?